
Acabo siempre aludiendo al centro sin la menor garantía de saber lo que digo, cedo a la trampa fácil de la geometría con que pretende ordenarse nuestra vida de occidentales: Eje , centro, razón de ser.
A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura, o un perro.